LOS SUEÑOS SE CUMPLEN

Ultimos_preparativosYa desde el mismo 7 de agosto, cuando terminé el Canal de la Mancha, tenía claro que quería poseer la Triple Corona de Aguas Abiertas. Parecía que la prueba más dura era el Canal y ya la tenía, por lo que decidí lanzarme a la piscina, nunca mejor dicho, y solicitar plaza para los dos retos que me faltaban.

Esperé a que se abrieran las inscripciones de Manhattan, aún dándole vueltas a la cabeza a la idea, si conseguía entrar en la tercera tanda de esta travesía, pediría plaza para nadar Santa Catalina en junio y conseguiría mi Triple Corona este mismo año, 2018.

En diciembre me confirman la plaza, el 25 de agosto haré la vuelta a nado a la isla de Manhattan, busco fechas en junio, mirando mi calendario laboral y la temperatura del agua de la zona del Sur de California, me pongo en contacto con los barcos y todo cuadra! Consigo plaza en el Pacific Star para nadar el Canal de Santa Catalina el 15 de junio.

IMG_20180615_023420Con el calendario organizado me centro en mis entrenos, hago hincapié en las noches, me cuesta sentirme cómodo nadando de noche, pero procuro ir una vez por semana. Este año también hago una escapada a Dublín para entrenar en aguas frías. Y llega el mes de junio y nos vamos a Los Ángeles, ya que la travesía empieza de noche, planifico un vuelo a dos días de la fecha reservada. La idea es aguantar esos días con el horario cambiado, para que al tirarme al agua a las 23:00, que serían las 7:00 horas en Canarias, evitar que me venza el sueño.

Pasamos dos días en Los Ángeles mirando al mar y comprobando in situ el motivo por el que se nada de noche. En esta zona amanece siempre nublado y fresco, nos sentimos como en casa con la “panza de burro”. Pero a primera hora de la tarde se levanta un viento tremendo que despeja las nubes y alivia el calor de las temperaturas que van subiendo a lo largo del día. El clima tan característico y siempre previsible es lo que hace que la prueba se organice de noche, para evitar los grandes vientos que te alejan de la costa.

IMG_20180615_054019_BURST6Esta travesía, a diferencia del Canal de la Mancha, se hace el día que está planificado, en concreto se inicia la noche anterior y se termina en el día reservado. Al ser nocturna es obligatorio que el barco tenga doble tripulación y también me exigen tener dos kayakers y dos asistentes. A través de Antonio Argüelles, contacto con Dan Simonelli, que me consigue los dos kayakers y va él mismo como asistente junto a Elena. Tengo el equipo completo y quedamos en vernos en el muelle a las 19:00 para salir a las 20:00 y empezar a nadar sobre las 23:00 del día 14 de junio.

Llega el gran día, siguiendo con el plan “ceno” a las 11:00 de la mañana y me acuesto a dormir. Me levanto a las 17:00, preparo todo el material para la travesía, bañador, gafas, gorro, luces led, luces químicas, avituallamientos distribuidos en bolsitas numeradas, para que sea más fácil de identificar por los kayakers, que son los que me lo darán, toalla, grasa, cronómetro y ropa de abrigo.

IMG_20180615_060211Entro al muelle aún de día y lo primero que veo al bajar al pantalán es un león marino que se asoma. Empiezan los nervios, además del nado nocturno, esta travesía se caracteriza por la abundante vida marina que hay y lo acabo de comprobar. Subimos al barco y nos presentamos, capitanes David y Jacob, marineros Elwood y Max, kayakers Dawn y Steve, Observer principal Don Van Cleve, segundo Observer Joel Virgel, asistentes Dan y Elena, nadador Andy. Mientras la tripulación prepara el barco y los kayakers suben su material, Don y Joel repasan conmigo las normas y vemos que las luces químicas que hemos traído para iluminar el barco y los kayaks son muy cortas. Rápidamente Don se ofrece a llevarnos a una tienda cercana para conseguir otras más grandes. Aquí en Gran Canaria nos costó encontrarlos, pero allá los venden en tiendas de todo a $0,99 como juguetes infantiles. Compramos varias “espadas láser” y “varitas mágicas” y regresamos al barco. Este pequeño percance hace que la salida se retrase una hora y por mi cabeza pasa que me voy a ahorrar una hora de oscura noche, que por cierto no tenía luna.

IMG_20180615_060531_BURST18Puntual a las 21:00 zarpa el Pacific Star rumbo a la zona norte de la isla de Santa Catalina, desde donde empezaré la travesía. En las 2 horas largas que dura el trayecto los kayakers y media tripulación bajan a dormir a los camarotes, quedando en la cabina los Observers, Elena y yo. Hace frío, pero me abrigo bien y echo una cabezada. Se ralentizan los motores y me dicen que estamos muy cerca, que puedo empezar a prepararme. En ese momento caigo en la cuenta de que no he comido nada desde las 11:00 de la mañana, qué fallo tan gordo he tenido, pensando en descansar se me ha olvidado comer! Me como 3 plátanos, bebo algo y me preparo, bañador, grasa por todo el cuerpo, luces en las gafas y bañador, gorro, gafas y listo. Foto de rigor, aún medio dormido, kayaker en el agua esperando por mí, últimas instrucciones y al agua.

No veo nada, Dawn con su kayak me dirige hacia la playa donde tengo que salir completamente del agua para que empiece el reto. Tengo que atravesar la línea de boyas y Dawn me indica que las pase por debajo, lo intento pero hay una columna de algas muy tupidas y decido pasar por encima, oigo un chapoteo y se asoma a mi lado un curioso león marino, que parece asombrado de verme allí. El pulso se me acelera y salgo a la arena, me quedo un rato de pie, tranquilizándome y visualizando lo que me espera. Levanto la mano, suena la bocina del barco, el Observer pone en marcha el cronómetro y empiezo a nadar. Son las 00:10, las 8:10 en Canarias.

IMG_20180615_073426_BURST13Me noto lento e incómodo, solo veo a mi izquierda las luces del barco, que me deslumbran bastante y me impiden ver a la tripulación, respiro de vez en cuando a la derecha para ver el kayak y sentirme acompañado. El agua está a 17º pero la temperatura exterior es de 12º, por lo que la sensación térmica es muy baja, en contra de lo esperado, estoy pasando más frío que en el Canal de la Mancha.

Hemos pactado que cada hora pararé a tomar avituallamientos, el kayaker tendrá bolsitas numeradas para que sea más fácil la comunicación en Spanglish y los botes con las bebidas. Como no veo mi reloj, me tienen que avisar desde el barco con un código de luces cuando me queden 10 minutos para comer, en esos 10 minutos decido lo que quiero comer y me paro, canto el número de bolsita y pido la bebida. Este método es más lento, porque además el kayaker no tiene luz suficiente y le cuesta encontrar la bolsita numerada, lo que hace que las paradas sean más largas y el frío me afecte mucho más.

Después del segundo avituallamiento oigo unos chillidos, levanto la cabeza pensando que me estaban hablando desde el barco, pero no son ellos, se oyen gritos y salpicaduras a lo lejos y veo sombras debajo de mí. El pulso se me acelera y la cabeza empieza a darme vueltas, no sé que pensar para tranquilizarme, cuando una de las sombras me da un golpe en el muslo. Apenas puedo respirar del susto, pero decido seguir nadando, pensando que eran delfines juguetones.

OLYMPUS DIGITAL CAMERALlega la tercera hora y coincide mi turno de comida con el cambio de kayak, la parada se hace larga y empiezo a temblar, no me sienta bien esta comida y empiezo a nadar con ardor de estómago. Pasan unos minutos, vomito y sigo nadando. Ahora me encuentro mejor, me concentro en mis brazadas y en todo lo que lleva cada una de ellas, entrenos, sacrificios, cansancio y esperanza para los niños de Pequeño Valiente, esto me ayuda a volver a estar al máximo.

Pasan las horas y sigo nadando helado, pero poco a poco va clareando y me animo, pensando que con el día el sol me calentará. Amanece un día nublado y llega una pequeña llovizna que me hace perder la esperanza, tengo claro que voy a nadar todo el tiempo con frío y me concentro para que no me afecte.

Veo a Elena mirando hacia atrás y señalando y me asusto, le pregunto y me dice que había visto gaviotas. Luego me diría que lo que había visto era una aleta de tiburón, que se me acercaba por detrás, que dejó de señalarla y la siguió con la mirada, escondida detrás de las gafas de sol para que no me diera cuenta, que la aleta se acerco a unos 20 metros por detrás y giró de repente, se hundió y no se acercó más. Menos mal que no le interesé!

IMG_20180615_094225_BURST11Se van la lluvia y las nubes y llegan el sol y el viento, que trae alguna ola. Se me hace más incómodo nadar, pero ya nada ni nadie me distrae de mi objetivo, cada vez que levanto la cabeza lo veo más nítido, ahí está California y allá voy. Algunas medusas me acarician, pero no me afecta demasiado el picor.

Me empiezo a cruzar con las famosas algas típicas de California, las kelps, son tan grandes que es molesto enredarte en ellas y además puede que haya algún león marino escondido, por lo que intento esquivarlas.

IMG_20180615_100738_BURST9Al salir el sol me siento un poco mejor y en uno de los avituallamientos canto en voz alta la matraquilla que llevo tarareando desde hace rato “y la meta pa’cuando”. Todos reímos y sigo nadando. Todavía con la sonrisa en la boca, siento cómo la temperatura del mar cae de golpe, miro el reloj y me marca 13º! Ya sabía que cerca de la costa había una corriente fría, pero el cambio fue tan brutal que me pilló desprevenido. Busco el lado positivo, esto quiere decir que estoy muy cerca de lograr mi reto, pregunto cuánto me queda y me dicen que 4. Perfecto, queda muy poco, calculo que una hora, y tengo fuerzas por lo que decido apretar, para llegar antes y para sentir menos frío. Me costó darme cuenta, pero al ver que no llegaba a la costa, en el último avituallamiento me aclaran que eran 4 millas no kilómetros, es decir unos 7 kms. Varapalo y concentración para seguir, aflojo el ritmo y me concentro.

IMG_20180615_102310Pronto se acerca la costa, dejamos Long Beach a la derecha y San Pedro también, nos acercamos a Rancho Palos Verdes y puedo ver que cada vez hay menos profundidad. Me dan a elegir entre llegar al punto más cercano, pero trepar las rocas para quedar con todo el cuerpo fuera del agua y dar así por finalizada la travesía, o nadar unos 700 metros más y llegar a la arena. Prefiero llegar a la arena y además, a la playa de la derecha que, aunque más alejada, tiene menos kelps y menos leones marinos curioseando.

En los últimos metros saltan al agua los dos kayaks, el barco se detiene en la ensenada de Smuggler’s Cove mientras Dawn y Steve me ayudan a esquivar las algas y me escoltan hasta la arena. Toco tierra, camino hacia fuera del agua y cuando salgo completamente suena la bocina del barco, los Observers paran el cronómetro y todos me aplauden. Me siento en la arena a reposar y a digerir lo que acaba de pasar, 34,2 kms, 10 horas y 15 minutos, la mayor parte de noche, solo y pasando mucho frío, pero está hecho, he nadado el Canal de Santa Catalina, he sido el primero del año 2018, primer canario y octavo español en lograrlo y he vendido todas mis brazadas a favor de la Asociación de niños con cáncer Pequeño Valiente.

IMG_20180615_102345Ya tengo mi segundo eslabón de la Triple Corona, solo me falta el último, el próximo 25 de agosto en Manhattan.

Vuelvo al barco agarrado a uno de los kayaks, no doy ni una brazada más!

Ahora toca relajarse y disfrutar un poco de este país, tan diferente a Europa pero donde nos hemos sentido como en casa, por la amabilidad de la gente y por la “panza de burro” que tuvimos todos los días en Los Ángeles.

¡Muchas gracias a todos por apoyarme y seguirme!

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